Pilares
Cultura de Alianza
En el camino hacia el Centenario de Schoenstatt nuestra Familia Internacional ha descubierto que su principal tesoro es la Alianza de Amor. El Padre Fundador y los primeros congregantes sellaron una Alianza de Amor con María, que los unió a ella profundamente, y que fue empapando cada aspecto de sus vidas y relaciones personales. Nosotros, al igual que estos jóvenes, queremos regalar la Alianza que vivimos a la Iglesia y Sociedad de nuestro tiempo. El Jubileo 2014 es una oportunidad para refundar Schoenstatt en la Alianza de Amor regalando, como JM, una Generación Misionera que impregne su tiempo, sus patrias y sus vidas con una nueva cultura. La Mater se acerca a nosotros y establece una relación personal, un vínculo que despierta nuestro amor juvenil, nuestras fuerzas de plasmación, nuestros más altos ideales. Nos invita a ser como ella, acogiéndonos como hijos, transformando nuestros corazones a través de un proceso de autoeducación y enviándonos como comunidad de apóstoles que quieren encender el mundo. Esta vida de Alianza, que se transforma en un estilo de vida mariano, no puede quedar encerrado en nosotros: es un don que hemos recibido para transmitirlo como regalo, una Cultura de Alianza. Al entregar la Alianza a nuestra patria nos unimos entrañablemente a su historia, sus costumbres y sus raíces cristianas, siendo casos preclaros de la fe de nuestros pueblos. Asimismo la Alianza nos invita a purificar nuestras culturas locales, estableciendo nuevos vínculos personales, espirituales, sociales y familiares. La Alianza de Amor, que compartimos como JM Internacional, quiere impregnar cada aspecto de la vida de nuestro tiempo y mundo. Lo principal de esta nueva cultura es su carácter mariano que se refleja en diferentes elementos. Aquello que cultivamos está marcado por la alegría de sentirse amados y respetados. Este gozo nos invita a anunciar que cada persona es un hijo amado de Dios y que nuestra sociedad se nutre de relaciones personales cálidas. Nuestra nueva cultura se destaca por la audacia de emprender proyectos desafiantes, al igual que María que caminó al encuentro de su prima Isabel. Estas iniciativas unen de una manera nueva, y requieren de creatividad y compromiso de nuestra parte. En los diversos apostolados de nuestras ramas se muestra de manera muy concreta esta Cultura de Alianza. El Dios de la Vida, tan olvidado hoy, es también parte de lo que queremos cultivar. La oración constante y sencilla otorga profundidad y un sustento espiritual a nuestra época. Protagonismo En el encuentro de Buenos Aires 2008 de Jefes y Asesores se expresó una actitud ante las celebraciones del centenario de Schoenstatt con la siguiente frase: “no queremos ir sólo a mover sillas”. Nuestra Juventud, que no es conformista, no se contenta con estar presente. Quiere jugar un rol principal en la celebración de este Jubileo, que recuerda la historia pero que sobre todo está orientado a proyectar la Alianza hacia los próximos 100 años. El Protagonismo que nuestra Juventud anhela tiene como fin el renovar y rejuvenecer Schoenstatt. La Familia de Schoenstatt se ha actualizado permanentemente a lo largo de su historia; nuestra Generación Misionera irrumpe para refundar nuevamente Schoenstatt desde la Alianza de Amor vivida en nuestro propio contexto. Constatamos en la vida de nuestras juventudes, expresada en los proyectos e iniciativas, un gran ímpetu de este protagonismo. Lo que hacemos como Generación Misionera tiene ciertas características que se destacan y que son un factor común a nuestras ramas.
Unidad Internacional La unidad internacional ha sido siempre una inquietud y anhelo de la juventud masculina, pero con la cercanía del jubileo 2014, nos damos cuenta que tenemos ahora una motivación especial y común, que nos da fuerzas para actuar, y que también es lo que queremos regalar a nuestra Familia de Schoenstatt como Generación Misionera. La unidad internacional a la que aspiramos es una oportunidad para trabajar los mismos ideales, descubrir elementos comunes que tenemos, enriquecernos a través de intercambios de experiencias y proyectos, ampliar nuestros horizontes y darnos cuenta de que en todas las ramas hay jóvenes que viven y se entregan al igual que nosotros, y que todos juntos conformamos la Generación Misionera. Es también una oportunidad para ser protagonistas en el jubileo 2014, en la Iglesia y en la Sociedad. Tenemos un objetivo común que es llegar a 2014 como un bloque y permanecer unidos hacia adelante. La unidad está sustentada en la Alianza de Amor, en los vínculos personales y en el impulso misionero que tenemos como generación, también en nuestro santuario que es la fuente donde brotan todas las gracias que nos regala nuestra Madre. Para cultivarla queremos hacer uso del Secretariado Internacional, la página web y los intercambios. En el camino de crecimiento juntos es necesario integrar nacionalmente nuestras ramas locales, observando la realidad de nuestra patria, respondiendo a ella en comunidad y vibrando en las mismas corrientes. La unidad es para todos y no tendría sentido que sólo los jefes experimenten la riqueza de la unidad en encuentros nacionales e internacionales, y por eso todos los miembros de la JM tenemos un rol fundamental en la consolidación de la unidad. Pero no anhelamos estar unidos solamente entre nosotros, sino que queremos unirnos con María y con Dios, vivir diariamente el “Nada sin Ti, nada sin nosotros” que es lo que nos da fuerzas y nos renueva para seguir avanzando. Éste ideal lo compartimos todos los miembros de la JM y la Familia de Schoenstatt. Para ejemplificar nuestra unidad usamos la imagen del cuerpo: cada miembro tiene su función específica y a la vez necesita de la ayuda del otro para moverse como un todo. Al mismo tiempo tenemos el espíritu que nos mueve: nuestro amor a la Mater, nuestra alianza de amor, nuestra pasión de entrega, el espíritu misionero, y las corrientes que compartimos como JM. |